Interesante artículo el que he leído hoy bajo el nombre de La formación en periodismo especializado en educación desde la perspectiva de género: apuntes para una propuesta metodológica. En él se habla de la desigualdad de género que se produce en los medios de comunicación, no sólo en la composición de las redacciones y puestos de trabajo sino a la hora del tratamiento de las noticias mediante su lenguaje.
He de decir que, como periodista y ex trabajador en la radio-televisión autónoma del País Vasco (EiTB), es que a pesar de los grandes avances producidos que tienen que ver con la inserción de la mujer en este sector, lo cierto es que aún no hay una equidad de puestos. Por lo general, hay el mismo número de hombres y mujeres desarrollando su labor en redacción, pero en los grandes puestos aún falta camino por recorrer, por lo que en este aspecto concuerdo totalmente con el artículo.
No obstante, algo que me ha llamado poderosamente la atención es el hecho de que el uso genérico de palabras y términos resulten ahora discriminatorias. Si los medios de comunicación y las personas en general utilizan el género masculino para indicar a colectivos es por un simple hecho de ser práctico, no por discriminación de género. De este modo, se agrupa a todo un conjunto de individuos de forma sencilla y fácilmente entendible de manera corta y concreta. ¿Por qué ha de estar mal? ¿Es necesario decir todos/as los/as padres/madres de los alumnos/as? Sinceramente, el exceso de homogeneidad a veces puede resultar absurdo y superfluo.
Si empezamos a usar todos términos de este tipo el lenguaje se convertiría en un conjunto totalmente ilegible. De ser así, si utilizamos la distinción de género para la mayoría de términos, ¿por qué se ha de decir minusválidos únicamente? También deberíamos hacer distinciones e incluir el tipo de discapacidad que tiene cada uno, porque cada individuo es diferente.